Mi hermano Xan Antón fue el gran impulsor de la recuperación de la batalla de Brión, en los alrededores de Ferrol. Con una organización cada vez más ajustada, el Club Montaña Ferrol que presidía y preside impulsó una actividad lúdica e histórica en la mejor tradición británica: el recuerdo de la derrota de los invasores ingleses el 24 y 25 de agosto de 1800. Se lo trabajó y tuvo buenos colaboradores, y la batalla jamás fue un botellón sino una gran reunión de entre 200 y 300 amigos y advenedizos que acababan bajo la sombra de los pinos degustando la célebre guinda de de Brión. Nunca faltó un británico auténtico, y nunca faltó la fiesta. Yo ayudé como hay que ayudar en estos casos: con mi presencia en tres o cuatro ocasiones y con la promoción en la medida de mis posibilidades.
El superpuerto de Ferrol -otra Ciudad de la Cultura en lo que se refiere al despilfarro vacuo- acabó con todo: con la ruta, con las mámoas, con la batalla, en otro paso más hacia el suicidio colectivo del pueblo gallego, que se resiste a conservar nada. Y así, hasta el final, que ya se acerca: el envejecimiento de la población no es más que una consecuencia de la desertización humana y empresarial de esta tierra, sólo salvada por Citroën, Inditex y muy poco más.
En la foto, que debe ser de 1999 o quizás del 2000, mi hermano, con boina, y yo, de frente, poco antes de disponernos a comer.
Recuerdos de Cristobal 